Negligencia psiquiátrica: La subversión de la medicina
Alan I. Leshner, psiquiatra y antiguo jefe del Instituto Nacional del Abuso de Drogas declaró: “Creo que en la actualidad... tú [el médico] deberías ser encarcelado si te rehúsas a prescribir S.S.R.I.s (las nuevas clases de antidepresivos) para la depresión. También creo que dentro de cinco años deberían encarcelarte si no le das a los adictos del crack los medicamentos en los que estamos trabajando ahora”.
En muchos años de trabajo en la reforma de la salud mental, he hablado con cientos de médicos y miles de pacientes, mientras ayudaba a desenmascarar numerosas violaciones psiquiátricas a los derechos humanos. Sin embargo, hasta hace poco se me ocurrió la idea de que los derechos de los médicos también podrían estar bajo ataque. ¿Por qué debería ir a la cárcel un médico que se rehúsa a prescribir antidepresivos para la depresión?
Muchos médicos de cabecera han reconocido que hay numerosas condiciones físicas que pueden causar problemas emocionales y de conducta, y también han reconocido la necesidad vital de verificarlos primero. Por consiguiente, confiar en un antidepresivo para suprimir síntomas emocionales, sin buscar y corregir primero una posible enfermedad física que pudiera estar detrás de eso, simplemente sería dar a los pacientes una dosis de droga química, dejándolos con una enfermedad que podría empeorar.
¿Qué pasaría si un médico de cabecera o de familia diagnosticara correctamente y curara tal enfermedad física y la depresión desapareciera sin drogas psicoactivas? ¿Se podría entonces acusar a ese médico de no ser ético, o incluso acusarlo y encarcelarlo por la “negligencia criminal médica” de no prescribir un antidepresivo?
¿Te parece una locura? ¿Que esto no podría pasar? Bueno, tal vez. Pero parece que ya ha llegado el día en que un buen médico puede ser acusado de no ser ético por practicar la medicina ética. Hoy en día, a un médico, sea o no especialista, se le puede criticar, intimidar y tratar como un “marginado” por practicar una medicina diagnóstica tradicional y funcional.
Con los médicos en mente, esta publicación se ha escrito especialmente para aquellos que sólo quieran practicar medicina no psiquiátrica, médicos motivados por un gran propósito solícito en lo mejor de la tradición hipocrática, que desean que se les permita seguir adelante con su trabajo de cuidar de la salud de las personas al máximo de su capacidad. Es para médicos que se preocupan por el hecho de que millones de niños están tomando estimulantes adictivos prescritos, para un supuesto trastorno mental: el Trastorno del Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
Hoy en día, la forma de pensar de la salud mental está omnipresente en la medicina general. Se debe en gran medida al “éxito” del sistema de diagnóstico psiquiátrico, el Manual de Diagnóstico y Estadísticas de Trastornos Mentales (DSM-IV). Este sistema y la sección de enfermedades mentales de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-10) han recibido una gran publicidad como una necesidad vital y son los estándares sobre trastornos mentales para los médicos que no son psiquiatras.
Pero aquí hay algo más. El sistema de diagnóstico psiquiátrico no llegó con un espíritu de respeto profesional a las tradiciones y conocimientos generales de la medicina y otras especialidades médicas. No hubo una carta de presentación que dijera: “Nosotros respetamos la santidad y superioridad de su relación con sus pacientes, y su deseo de darles lo mejor. Este es nuestro sistema de diagnóstico, por favor véanlo y en primer lugar convénzanse, basándose en su propia experiencia, de que vamos por el camino correcto. Esta es una ciencia válida. Apreciaremos sus comentarios y su crítica constructiva. Por supuesto, pídanos ayuda si nos necesitan. Quedamos a su disposición en la búsqueda de una mejor salud, atentamente”.
En lugar de eso, de hecho llegó diciendo: “Aquí hay un niño con problemas mentales severos. Nuestros diagnósticos expertos ya están hechos, de modo que lo único que ustedes tienen que hacer es seguir nuestras instrucciones para la estricta prescripción de drogas y someterse a nuestra experta supervisión”. O puesto de otra manera, dice: “Al parecer, sus pacientes confían más en ustedes que en nosotros, de modo que esta es la forma en que deben diagnosticar las enfermedades mentales que ellos, sin duda, sufren”.
Esta es la violenta corriente oculta que indudablemente ha caracterizado a la psiquiatría desde la primera vez que asumió deberes de custodia dentro de los asilos hace 200 años. Esto se manifiesta de muchas maneras distintas, y donde quiera que se entremeta, es extremadamente dañina para la certeza, el orgullo, el honor, la diligencia, la iniciativa, la integridad, la paz mental, el bienestar y la cordura. Estas son cualidades por las que debemos luchar para que prevalezcan en todos los pacientes. Y para todos los médicos.
Sinceramente,
Jan Eastgate
Presidente
de la Comisión
Internacional de Ciudadanos por los Derechos Humanos